Descubriendo mi doble identidad a través del idioma
Desde muy joven, he convivido con la forma de llevar y transmitir los dos mundos que viven dentro de mí. Habiendo dicho mis primeras palabras en español en Argentina, pero luego leyendo mi primer libro en inglés en Estados Unidos, me he sentido estirada entre las puntas norte y sur de un continente toda mi vida.
El primer recuerdo que tengo de haberme dado cuenta de que mi "doble identidad" era una joya oculta, que no era evidente para los demás, ocurrió cuando cursaba el cuarto grado en una escuela pública de Estados Unidos que tenía una población de profesores y alumnos predominantemente monolingües. El profesor necesitaba ayuda para comunicarse con el nuevo alumno de Paraguay y dijo fuerte: "¡Ojalá hubiera alguien que supiera hablar español para que lo pueda entender!". Inocentemente, me acerqué y dije con mi inglés nativo: "Yo puedo ayudar, hablo español. Le traduzco lo que está diciendo". Me sorprendí cuando el maestro me apartó y se rió diciendo: "Necesito un verdadero hispanohablante, no alguien que sólo sepa decir 'Hola'". Su reacción me confundió porque yo sabía de todo corazón que era argentina y que podía hablar español con fluidez; gracias a los incansables esfuerzos de mi madre, que se aseguró de que siguiera hablando su lengua materna y ser parte de la cultura argentina a pesar de haber sido trasplantada a un entorno mayoritariamente angloparlante a una edad temprana. Ignorando la desaprobación del profesor, me dirigí audazmente al nuevo alumno y comencé a explicarle detalladamente en español cuáles eran las instrucciones y le transmití al profesor lo que el nuevo alumno había contestado. El profesor se quedó completamente sorprendido.
A esa edad, no podía entender por qué mi apariencia y mi dominio del inglés escondían mi identidad argentina. Sólo más tarde me di cuenta de que varias personas en Estados Unidos tenían una visión estereotipada de cómo debía parecerse un hispanohablante, y yo no encajaba en ese molde. A partir de ese momento, me encontré aprovechando mi doble identidad para incentivar conversaciones con aquellos que no entendían la diversidad de los latinoamericanos, para empezar a romper ciertas nociones preconcebidas de lo que es ser hispano.
Habiendo crecido en una familia bilingüe y bicultural en la que hablaba en español cuando estaba frente a mi madre, pero luego me dirigía a mi padre y cambiaba sin problemas a hablar en inglés, siento que el desarrollo de mi doble identidad ha estado arraigado en el idioma. Mi madre daba prioridad a los viajes anuales a Buenos Aires para visitar a la familia y fue allí donde el idioma me permitió participar alegremente en animadas reuniones familiares, desarrollar relaciones cercanas con mis primos y sentir la cultura argentina como propia. Mirando hacia atrás, ahora puedo ver cómo el poder del idioma ha abierto camino a lo largo de mi vida y ha sido una fuerza para el bien. Cuando jugaba al fútbol en la secundaria, encontré alegría con mis compañeras hispanohablantes al celebrar nuestros logros dentro y fuera de la cancha en un idioma común. Durante mis años de universidad, encontré consuelo en la comunidad hispana del campus que reunía a estudiantes latinoamericanos de todos los rincones del mundo. Más recientemente, como profesora de estudiantes que estaban aprendiendo inglés, encontré un propósito al poner en práctica mis habilidades lingüísticas para defender las necesidades de mis estudiantes, que venían de familias de culturas e idiomas diversos, en un esfuerzo para integrarlos a la comunidad escolar. A través de mi educación, he tenido el privilegio de sentirme orgullosa de ser una hispanohablante argentina. Cuando conozco a personas nuevas en entornos de habla inglesa, me entusiasma expresar que, si bien he crecido en los Estados Unidos, soy originaria de Argentina, porque anhelo resaltar el lado menos evidente aunque siempre relevante de mí que abarca aspectos importantes de mi personalidad, mi forma de pensar y la manera en que interactúo con quienes me rodean.
Aunque he pasado la mayor parte de mi vida en los Estados Unidos, puedo decir sinceramente que mi herencia argentina ha contribuido al valioso conjunto de habilidades que llevo hoy conmigo. Mi habilidad de hablar español, mi capacidad de adaptarme a diferentes contextos y mi respeto por las diversas culturas influyen en el trabajo que realizo en organizaciones internacionales como OIM-Organización Internacional para las Migraciónes de las Naciones Unidas.
Cuando era niña, le preguntaba a mi madre: "¿Por qué siempre me hacés hablar en español?" y su respuesta era "Lo vas a entender cuando seas grande". Con el paso de los años, las experiencias vividas me han llevado a apreciar mi doble identidad y a entender realmente el porqué de su decisión de transmitir su cultura a través del idioma, un regalo por el que estoy inmensamente agradecida.