Organizaciones diaspóricas y tecnología: El papel de la diáspora afgano-neerlandesa en la lucha contra el COVID-19
Por Ali Ahmad Safi
Imagen: El equipo del Comité Médico Afganistán-Países Bajos. Fuente: MCAN.
El transnacionalismo ha evolucionado con el avance de las nuevas tecnologías, que ha facilitado las actividades de las diásporas a través de las fronteras de manera general, pero especialmente en tiempos de crisis como la pandemia de COVID-19. Las organizaciones diaspóricas desempeñan un papel esencial a la hora de conectar los países de residencia y de origen y de entender las dinámicas de las migraciones. Desde el inicio de la pandemia, las plataformas virtuales han creado inmensas oportunidades para que las diásporas se impliquen intensamente en los países de origen, compartiendo el conocimiento más actualizado sobre el COVID-19 y abriendo diálogos. Los académicos, decisores políticos, investigadores y medios de comunicación en el ámbito de las migraciones se han centrado sobre todo en las contribuciones económicas de las diásporas y las organizaciones diaspóricas. Pero, como cualquier otra infraestructurra social, las organizaciones de la diáspora afgana también proporcionan apoyo social, cultural, político y de desarrollo a Afganistán.
El primer caso de COVID-19 en Afganistán se anunció oficialmente el 24 de febrero de 2020 en la provincia occidental de Herat y pronto se extendió por todo el país. Según la Universidad John Hopkins, que registra los casos confirmados de COVID-19 en todo el mundo, a fecha de 13 de junio de 2021 el virus había infectado a 88.090 afganos, de los cuales 3.449 habían muerto. Como país de bajos recursos, la pandemia ha afectado el sistema de salud de Afganistán, que tiene el número de profesionales sanitarios más reducido del mundo, con 1,9 médicos por 10.000 habitantes. Según un estudio sobre los profesionales sanitarios de Afganistán durante la pandemia, el 85% de los trabajadores del sector dio positivo en los cinco primeros meses del COVID-19. Desde el principio de la pandemia, la violencia armada en Afganistán también ha quitado la vida a miles de civiles, además de los estragos causados por la pandemia.
La pandemia ha llevado al Comité Médico Afganistán-Países Bajos (MCAN por sus siglas en inglés), una organización de la diáspora afgana situada en Países Bajos, a transmitir sus conocimientos médicos más actualizados sobre cómo diagnosticar y tratar a pacientes con COVID-19 a médicos y profesionales sanitarios en Afganistán, a través de las redes sociales de la organización y otras plataformas virtuales, como Zoom.
“La pandemia nos abrió los ojos a las diversas oportunidades que ofrece internet. Antes de la pandemia, pensábamos viajar a Afganistán para transmitir nuestros conocimientos a través de charlas y programas de formación, pero la expansión del coronavirus nos obligó a buscar alternativas más originales”, recordó Razma Paykardjoe, presidenta de MCAN.
Fundado en Utrecht en 2014 por un grupo de profesionales médicos de la diáspora afgana en Países Bajos, MCAN ha perseguido tres objetivos principales desde su creación: compartir el conocimiento, construir redes y colaborar para hacerse más fuertes. A través de sus actividades transnacionales, MCAN trata de contribuir a la reconstrucción del sistema de salud de Afganistán. Desde su fundación, MCAN ha puesto en marcha dos proyectos médicos transnacionales que utilizan plataformas online, UpToDate y eSurgery. La pandemia también ha motivado a MCAN para crear otro proyecto con el objetivo de conectar a los médicos afganos en Afganistán con la diáspora afgana en Europa.
Durante la primera ola de COVID-19 en Afganistán, MCAN consiguió desarrollar una guía en colaboración con médicos afgano-neerlandeses que trabajaban en hospitales en Países Bajos. La guía, titulada “COVID-19: Una guía práctica para los profesionales sanitarios en Afganistán”, fue redactada para reforzar la gestión clínica de los pacientes de COVID-19 y proporcionar directrices actualizadas sobre cómo diagnosticar y tratar a los pacientes, teniendo en cuenta los recursos limitados del sector sanitario afgano. “Queríamos transmitir los enfoques y prácticas más recientes para hacer frente al COVID-19 en Países Bajos a los médicos y hospitales de Afganistán”, dijo Paykardjoe.
La organización diaspórica afgano-neerlandesa coordinó una serie de seminarios virtuales sobre temas relacionados con el diagnóstico y el tratamiento del COVID-19. Esta “nueva normalidad”, con el apoyo de distintas plataformas tecnológicas, ayudó a llegar a más médicos y profesionales sanitarios no solo en Kabul, la capital, sino también en Herat y Farah al oeste, y la provincia de Mazar-e Sarif al norte. Según Paykardjoe, el acceso a internet de los profesionales sanitarios de Afganistán hizo posible lograr lo que parecía difícil antes de la pandemia. Insistió en la importancia de las plataformas tecnológicas para facilitar la conexión con una audiencia más amplia en Afganistán, gracias al uso generalizado de internet entre los profesionales sanitarios, especialmente los médicos.
Según Paykardjoe, entre 40 y 50 médicos de varios hospitales privados y públicos de Afganistán participaron en los seminarios virtuales semanales sobre COVID-19 de MCAN. La organización diaspórica también compartió los seminarios grabados en su página de Facebook, su canal de YouTube y su web, y los interesados en el tema pudieron ver los seminarios posteriormente. Otro elemento positivo de esta formación transnacional fue la inexistencia de barreras lingüísticas, ya que MCAN realizó todos los seminarios en las dos principales lenguas de Afganistán, dari y pastún, incrementando la utilidad y el impacto del programa en diferentes hospitales de todo Afganistán. El desafío, dijo Paykardjoe, es saber cúantos participantes se benefician realmente de las charlas virtuales, porque la organización no ha conseguido todavía evaluar sus servicios.
Uno de los participantes en la transmisión transnacional de conocimiento de MCAN, el Dr. Farid Rafiee, que trabaja en el hospital Wazir Akbar Khan de Kabul, obtuvo un gran provecho de los seminarios virtuales. En conversación con el autor de estas líneas, Rafiee dijo que los profesionales sanitarios de Afganistán no conocían las medidas necesarias al admitir a los pacientes de COVID-19 en los hospitales, sobre todo al principio de la pandemia cuando el conocimiento del virus era limitado en Afganistán. “En aquel primer momento del COVID-19, los seminarios virtuales de MCAN nos ayudaron con el diagnóstico (los tests eran escasos) y el tratamiento, aplicando los últimos conocimientos de los hospitales europeos”, dijo Rafiee. “Aprendimos sobre los cambios radiológicos que el virus produce en los pacientes y el mejor método de oxigenoterapia para tratar a las personas con COVID-19 ingresadas en nuestro hospital”, recordó Rafiee.
Durante la pandemia, MCAN y su equipo han desempeñado un papel relevante apoyando a sus colegas sanitarios en Afganistán a través de la tecnología. Representa un ejemplo de éxito del poder de las organizaciones diaspóricas para aprovechar la tecnología y transmitir conocimientos médicos, conectando a los países de origen y los de residencia.
Ali Ahmad Safi
Ali Ahmad Safi es estudiante de doctorado en el Departamento de Migración y Globalización de la Universidad del Danubio en Krems, Austria. Obtuvo un máster en Estudios de Paz y Conflicto de la Universidad Europea de la Paz. Desde 2015, Safi también ha trabajado como consultor en el Instituto para el Diálogo y la Cooperación Internacionales de Viena, donde reside. Formado como médico, también ha trabajado en diversas organizaciones de investigación y comunicación internacionales y cuenta con numerosas publicaciones sobre cuestiones políticas, sociales y de seguridad en Afganistán. Su investigación se centra en las migraciones, las diásporas, las organizaciones diaspóricas y los actores no estatales de seguridad en Afganistán.
Twitter: @doctorzdf
Este artículo forma parte del número "Empoderar a las diásporas globales en la era digital", una colaboración entre Routed Magazine e iDiaspora. Las opiniones expresadas en esta publicación son las de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) o de Routed Magazine.